14.12.11

Manualidades para Navidad

Esta manualidad es muy sencilla. Solo necesitamos los siguientes materiales:

·         Patrón de estrella (opcional)
·         Tijeras
·         Goma eva color azul (o el que prefieras)
·         Marcadores plateados y dorados
·         Alambre dorado

Los pasos que tenemos que seguir son: en primer lugar vamos a imprimir una estrella, que nuestros alumnos tendrán que recortar. Cuando la tengan recortada, van a ponerla encima de un trozo de goma eva, y dibujar en este material la silueta de la estrella, dos veces, haciéndole un corte a cada una.

Con el marcador dibujarán espirales, rayas, puntos o el diseño que más les guste sobre cada estrella.

Por último, se unen las estrellas por las rendijas y les ayudamos a hacer un agujero en el extremo, para colocar el alambre y colgar la estrellita en el árbol.

¡Listo! Ya tenemos la estrella de Navidad.

Contemos un cuento


En la barra lateral izquierda he puesto una lista de enlaces que me parecen interesantes. Entre ellos se encuentra una página que se llama cuenta cuentos. En ella podemos encontrar muchisimos cuentos, como Blancanieves, o Aladino y la lámpara maravillosa, o como el que he rescatado hoy, ya que trata un poco el tema de la Navidad, y estamos muy cerquita de estas  fechas.
Además de cuentos, en la página podemos encontrar también  videocuentos, o juegos educativos para los niños.

Dejo el enlace de la página aquí también:
http://www.cuentacuentos.cc/


Creo que es muy importante que utilicemos los cuentos como herramienta educativa ya que contribuimos al desarrollo de los pequeños. En Primaria, pero sobre todo en Infantil la literatura pone a los niños en contacto con los libros.

Además, gracias a la utilización del cuento como herramienta didáctica acercamos a los niños a los valores sociales, y potenciamos su creatividad y su fantasía.

El cuento de hoy:


      
 LA VENDEDORA DE FÓSFOROS 


¡Qué frío tan atroz! Caía la nieve, y la noche se venía encima. Era el día de Nochebuena. En medio del frío y de la oscuridad, una pobre niña pasó por la calle con la cabeza y los pies desnuditos.

Tenía, en verdad, zapatos cuando salió de su casa; pero no le habían servido mucho tiempo. Eran unas zapatillas enormes que su madre ya había usado: tan grandes, que la niña las perdió al apresurarse a atravesar la calle para que no la pisasen los carruajes que iban en direcciones opuestas.

La niña caminaba, pues, con los piececitos desnudos, que estaban rojos y azules del frío; llevaba en el delantal, que era muy viejo, algunas docenas de cajas de fósforos y tenía en la mano una de ellas como muestra. Era muy mal día: ningún comprador se había presentado, y, por consiguiente, la niña no había ganado ni un céntimo. Tenía mucha hambre, mucho frío y muy mísero aspecto. ¡Pobre niña! Los copos de nieve se posaban en sus largos cabellos rubios, que le caían en preciosos bucles sobre el cuello; pero no pensaba en sus cabellos. Veía bullir las luces a través de las ventanas; el olor de los asados se percibía por todas partes. Era el día de Nochebuena, y en esta festividad pensaba la infeliz niña.

Se sentó en una plazoleta, y se acurrucó en un rincón entre dos casas. El frío se apoderaba de ella y entumecía sus miembros; pero no se atrevía a presentarse en su casa; volvía con todos los fósforos y sin una sola moneda. Su madrastra la maltrataría, y, además, en su casa hacía también mucho frío. Vivían bajo el tejado y el viento soplaba allí con furia, aunque las mayores aberturas habían sido tapadas con paja y trapos viejos. Sus manecitas estaban casi yertas de frío. ¡Ah! ¡Cuánto placer le causaría calentarse con una cerillita! ¡Si se atreviera a sacar una sola de la caja, a frotarla en la pared y a calentarse los dedos! Sacó una. ¡Rich! ¡Cómo alumbraba y cómo ardía! Despedía una llama clara y caliente como la de una velita cuando la rodeó con su mano. ¡Qué luz tan hermosa! Creía la niña que estaba sentada en una gran chimenea de hierro, adornada con bolas y cubierta con una capa de latón reluciente. ¡Ardía el fuego allí de un modo tan hermoso! ¡Calentaba tan bien!

Pero todo acaba en el mundo. La niña extendió sus piececillos para calentarlos también; más la llama se apagó: ya no le quedaba a la niña en la mano más que un pedacito de cerilla. Frotó otra, que ardió y brilló como la primera; y allí donde la luz cayó sobre la pared, se hizo tan transparente como una gasa. La niña creyó ver una habitación en que la mesa estaba cubierta por un blanco mantel resplandeciente con finas porcelanas, y sobre el cual un pavo asado y relleno de trufas exhalaba un perfume delicioso. ¡Oh sorpresa! ¡Oh felicidad! De pronto tuvo la ilusión de que el ave saltaba de su plato sobre el pavimento con el tenedor y el cuchillo clavados en la pechuga, y rodaba hasta llegar a sus piececitos. Pero la segunda cerilla se apagó, y no vio ante sí más que la pared impenetrable y fría.

Encendió un nuevo fósforo. Creyó entonces verse sentada cerca de un magnífico nacimiento: era más rico y mayor que todos los que había visto en aquellos días en el escaparate de los más ricos comercios. Mil luces ardían en los arbolillos; los pastores y zagalas parecían moverse y sonreír a la niña. Esta, embelesada, levantó entonces las dos manos, y el fósforo se apagó. Todas las luces del nacimiento se elevaron, y comprendió entonces que no eran más que estrellas. Una de ellas pasó trazando una línea de fuego en el cielo.

-Esto quiere decir que alguien ha muerto- pensó la niña; porque su abuelita, que era la única que había sido buena para ella, pero que ya no existía, le había dicho muchas veces: "Cuando cae una estrella, es que un alma sube hasta el trono de Dios".

La niña frotó otro fósforo en la pared, y creyó ver una gran luz, en medio de la cual estaba su abuela en pie y con un aspecto sublime y radiante.

-¡Abuelita!- gritó la niña-. ¡Llévame contigo! ¡Cuándo se apague el fósforo, sé muy bien que ya no te veré más! ¡Desaparecerás como la chimenea de hierro, como el ave asada y como el hermoso nacimiento!

Después se atrevió a frotar el resto de la caja, porque quería conservar la ilusión de que veía a su abuelita, y los fósforos esparcieron una claridad vivísima. Nunca la abuela le había parecido tan grande ni tan hermosa. Cogió a la niña bajo el brazo, y las dos se elevaron en medio de la luz hasta un sitio tan elevado, que allí no hacía frío, ni se sentía hambre, ni tristeza: hasta el trono de Dios.

Cuando llegó el nuevo día seguía sentada la niña entre las dos casas, con las mejillas rojas y la sonrisa en los labios. ¡Muerta, muerta de frío en la Nochebuena! El sol iluminó a aquel tierno ser sentado allí con las cajas de cerillas, de las cuales una había ardido por completo.

-¡Ha querido calentarse la pobrecita!- dijo alguien.

Pero nadie pudo saber las hermosas cosas que había visto, ni en medio de qué resplandor había entrado con su anciana abuela en el reino de los cielos
.

Hans C. Andersen

29.11.11

¡Qué fácil se aprende cantando!


Con este vídeo nuestros alumnos más pequeños pueden aprender los colores en inglés.
 




28.11.11

UN PRECIOSO CUENTO PARA TRABAJAR LA AMISTAD


"Los amigos son el mejor apoyo para superar las dificultades y llevarnos donde no podemos llegar solos."


                               ADALINA, EL HADA SIN ALAS  
  
            Adalina no era un hada normal. Nadie sabía por qué, pero no tenía alas. Y eso que era la princesa, hija de la Gran Reina de las Hadas. Como era tan pequeña como una flor, todo eran problemas y dificultades. No sólo no podía volar, sino que apenas tenía poderes mágicos, pues la magia de las hadas se esconde en sus delicadas alas de cristal. Así que desde muy pequeña dependió de la ayuda de los demás para muchísimas cosas. Adalina creció dando las gracias, sonriendo y haciendo amigos, de forma que todos los animalillos del bosque estaban encantados de ayudarla. 

            Pero cuando cumplió la edad en que debía convertirse en reina, muchas hadas dudaron que pudiera ser una buena reina con tal discapacidad. Tanto protestaron y discutieron, que Adalina tuvo que aceptar someterse a una prueba en la que tendría que demostrar a todos las maravillas que podía hacer.
            La pequeña hada se entristeció muchísimo. ¿Qué podría hacer, si apenas era mágica y ni siquiera podía llegar muy lejos con sus cortas piernitas? Pero mientras Adalina trataba de imaginar algo que pudiera sorprender al resto de las hadas, sentada sobre una piedra junto al río, la noticia se extendió entre sus amigos los animales del bosque. Y al poco, cientos de animalillos estaban junto a ella, dispuestos a ayudarla en lo que necesitara.

            - Muchas gracias, amiguitos. Me siento mucho mejor con todos vosotros a mi lado- dijo con la más dulce de sus sonrisas- pero no sé si podréis ayudarme.
- ¡Claro que sí! - respondió la ardilla- Dinos, ¿qué harías para sorprender a esas hadas tontorronas?
- Ufff.... si pudiera, me encantaría atrapar el primer rayo de sol, antes de que tocara la tierra, y guardarlo en una gota de rocío, para que cuando hiciera falta, sirviera de linterna a todos los habitantes del bosque. O... también me encantaría pintar en el cielo un arco iris durante la noche, bajo la pálida luz de la luna, para que los seres nocturnos pudieran contemplar su belleza... Pero como no tengo magia ni alas donde guardarla...
- ¡Pues la tendrás guardada en otro sitio! ¡Mira! -gritó ilusionada una vieja tortuga que volaba por los aires dejando un rastro de color verde a su paso.


            Era verdad. Al hablar Adalina de sus deseos más profundos, una ola de magia había invadido a sus amiguitos, que salieron volando por los aires para crear el mágico arco iris, y para atrapar no uno, sino cientos de rayos de sol en finas gotas de agua que llenaron el cielo de diminutas y brillantes lamparitas. Durante todo el día y la noche pudieron verse en el cielo ardillas, ratones, ranas, pájaros y pececillos, llenándolo todo de luz y color, en un espectáculo jamás visto que hizo las delicias de todos los habitantes del bosque.

            Adalina fue aclamada como Reina de las Hadas, a pesar de que ni siquiera ella sabía aún de dónde había surgido una magia tan poderosa. Y no fue hasta algún tiempo después que la joven reina comprendió que ella misma era la primera de las Grandes Hadas, aquellas cuya magia no estaba guardada en sí mismas, sino entre todos sus verdaderos amigos.



15.11.11

La actividad que traemos hoy trata de realizar un divertido títere. Podemos hacerlo con nuestros alumnos más pequeños, ellos se lo pasarán genial, y además podrán interiorizar las características externas principales de este animal. 

 
Títere de Perrito
Materiales:
Títere de PerritoUn plato pequeño de papel
Pegamento
Títere de Perrito1 palito
Tijeras con supervision de un adulto
Títere de PerritoRotuladores
Cómo lo hacemos:
1.Colorea la nariz y pégala en la mitad del plato.
2.Dibuja los ojos y la boca en el plato.
3.Corta las orejas y pégala o grápalas a cada lado del plato.
4.Añada manchitas a la cara y las orejas.
5.Pega o grapa el palito en la parte de abajo del plato, y... ¡ya está listo!
¡ya tenemos a nuestra mascota!

Títere de Perrito

14.11.11

En la Edad Media...

Navegando por Internet he encontrado una página muy interesante con la que trabajar el tema de los castillos en Educación Primaria. Se trata de una página en la que encontramos varias actividades que podemos realizar con nuestros alumnos, o que incluso ellos mismos pueden llevar a cabo manejando el ordenador, son sencillas pero divertidas y entretenidas.  A mí, personalmente me ha encantado, espero que os guste tambien a vosotros y, sobretodo, que os ayude.






El link es el siguiente:  

8.11.11





¡Bienvenidos a mi blog! En este espacio podréis encontrar mil cosas: recursos de todo tipo para el cole, tanto para las clases de Infantil como de Primaria, además habrá consejillos para los padres así como un rincón especial para el ingles, entre otras cosillas. 

Espero que os guste, y que, entre todos, podamos ir formando este espacio con mucha ilusión.

¡Muchas gracias!